El recambio generacional en el sector lechero atraviesa un momento difícil, pero hay familias que son la excepción. En Alonso Montaño (San José), los productores Fany Rodríguez y Osvaldo Morales comparten las tareas del tambo junto a su hijo Luciano, que con apenas 20 años está decidido a seguir creciendo en el sector.
Ubicados en la colonia Alonso Montaño, en el departamento de San José, el establecimiento ha logrado crecer gracias a la ayuda que han recibido de varias instituciones como MEVIR (que les permitió la posibilidad de construir un tambo nuevo), el Instituto de Colonización y la propia Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL). Hoy, con dos hijos -Ana Karen de 23 (estudiante de Agronomía) y Luciano, de 20 años-, se convirtieron en la cuarta generación de trabajo en el establecimiento que pertenece a la familia de Osvaldo y que él llevaba adelante junto a su padre.
“Nuestro comienzo fue complicado porque siempre es difícil arrancar”, recuerda Fany. “Era un tambo chico, con pocas vacas y la producción estaba limitada por la poca área”. Al casarse en 1996 comenzaron a trabajar con su suegro y con el tiempo, el tambo fue quedando en manos de su esposo, Osvaldo. “En aquel momento necesitábamos de ingresos económicos mayores, por lo cual decidimos comenzar con el reparto de leche. Teníamos un tarro de 40 litros con el que repartíamos casa por casa. Con ese ingreso era con lo que vivíamos”, aseguró. Cuando Lucia no nació en 2002, y con su suegro ya con la intención de retirarse, resolvieron dejar el reparto y ocuparse más del tambo. “Buscamos ayuda por todos lados y por suerte Colonización nos adjudicó una fracción de tierra que nos permitió expandirnos”. Actualmente manejan unas 90 has, con 180 vacas en producción.
Sobre cómo fue la incorporación de su hijo Luciano al tambo, Rodríguez recuerda que a los 18 años le consultaron qué quería hacer. "Si decidía continuar con el tambo, estábamos dispuestos a invertir para seguir creciendo. Y como él quiso seguir, nos dio un impulso para crecer y apostar a más”. Por ahora Fany y Osvaldo no piensan dejar la actividad, y reconocen que es "una tranquilidad" saber que su hijo continuará en el sector: “queremos seguir creciendo en un rubro que nos gusta tanto como lo es la lechería”.
De todas formas, Rodríguez aseguró que es difícil para los jóvenes continuar en la actividad. “La mayoría de los amigos de mi hijo están estudiando otras cosas, porque no quieren continuar en la lechería”. A su entender, es un rubro complicado que pone obstáculos permanentemente. “Ahora estamos pasando por un momento complicado como lo es la falta de agua en la primavera. Cuando pensamos en mejorar algo, tenemos que dejarlo para invertir en otra cosa como en este caso, en comida para las vacas que son las máquinas de producción. Hacerles entender a los jóvenes estas cosas es difícil. A muchos jóvenes les seduce más ver lo económico por un tema de consumismo, que el capital en sí”.
A su entender, la culpa también es de los productores porque “siempre estamos hablando de lo complicado y sacrificado que es la lechería. Hay que cambiar eso. Yo siempre digo que tenemos que agradecer por lo que tenemos. Hoy estamos con una sequía importante y es un momento difícil. Nosotros decimos que estamos bien porque realmente tenemos todo lo que necesitamos para vivir”. En este sentido se mostró muy agradecida no solo por lo que tienen, sino porque tienen el apoyo para salir adelante en momentos como el actual donde tienen que invertir en comida, fardos, etc.
Sobre cómo manejan la empresa, Rodríguez asegura que las decisiones se toman entre todos. “A Luciano le damos mucho espacio. Con Osvaldo son muy compañeros y todo se discute”. A su vez, destacó que su hijo se pone la responsabilidad del trabajo al hombro. “Muchas veces cuando estaba estudiando y le tocaba viajar, venía de noche a enfardar y se iba temprano de vuelta. Eso es porque le gusta, se siente integrado al trabajo y a nosotros nos ayuda mucho porque tiene la energía y el empuje que tienen los jóvenes”.
Si bien sostuvo que es difícil analizar porqué cuesta tanto el recambio generacional, a su entender falta incentivar más a los jóvenes y ayudarlos para comenzar. Rodríguez señaló que es difícil competir con otras ofertas laborales, pero sostuvo que en el caso de su hijo le motiva todo lo vinculado a la tecnología: “él lleva todo el control en la tablet, ahí tiene todos los datos y le encanta analizarlos”.
A su vez, resaltó la importancia de que institutos como Colonización apoyen a los jóvenes. Destacó que su hijo se ha presentado a llamados, pero sostuvo que es importante para él que, si algún día le dan una fracción, sea cerca del campo donde están porque “si es lejos de acá no se iría”. De todas formas resaltó el apoyo que recibieron del INC, así como de la ANPL, Prolesa, Proleco y la propia Conaprole. “En nuestro caso fue fundamental para poder crecer. En su momento golpeamos muchas puertas y ellos siempre estuvieron dispuestos a ayudarnos”.
Por otro lado, desde hace unos años Rodríguez se ha vinculado a grupos de Mujeres Rurales. “Soy bastante nueva en esto, pero creo que es importante que las mujeres entendamos que nuestra vida no solo es trabajar en el tambo, sino que podemos hacer otras cosas”. A su vez, enfatizó sobre la importancia del conocimiento y la capacitación: “es importante que las mujeres nos podamos capacitar no solo en lo relacionado al tambo sino en otras áreas. Yo creo que hoy hay otras formas de encarar la actividad sin que sea tan sacrificado, además de que tenemos los mismos derechos que cualquier otra mujer a tener nuestros momentos de esparcimiento y descanso”.
Agregó que las mujeres de su edad ya miran el tambo de otra manera. “Las mujeres de hoy buscamos algo más dinámico. Le vamos a dar leche a los terneros, pero también salimos en el auto al Banco, a hacer compras en Prolesa o a lo que sea”, destacando la importancia de la independencia en este sentido.
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