Con 800 vacas en ordeñe en promedio por año, el tambo familiar que hoy dirige César De León en Rincón de Albano (San José) es un claro ejemplo de integración generacional. Esto fue posible gracias al diálogo y al compromiso: el joven productor afirma que “siempre tuvo presente el sacrificio que implicó para su padre consolidar el tambo”, en el cual hoy además son socios.
Actualmente el establecimiento de César De León tiene un promedio de 800 vacas en ordeñe por año con más de 1.000 has utilizadas por la empresa, donde el área arrendada pasó a ser el 100%. Poseen una única sala de ordeñe y utilizan campos de apoyo para Vaca Masa, recría y reserva forrajera, además de un área dedicada a la agricultura. La dieta de las vacas se basa en un 50% de pasto, un 23% de reservas y un 27% de concentrados. El equipo de trabajo está compuesto por 11 personas, las cuales “tienen muy claro sus roles y funciones, y la importancia de registrar. Para nosotros es clave para poder analizar los datos y evaluar los resultados. Hoy tenemos un equipo de trabajo muy aceitado donde cada persona es responsable de su tarea y donde hay muy poca rotación”. De León explicó que se han hecho inversiones pensando en el bienestar de los animales y de quienes trabajan en el tambo. “Hemos invertido mucho en la automatización de los procesos para facilitarle el trabajo a la gente y que puedan ocuparse de otras tareas”.
A nivel productivo De León explicó que llegaron a un tope en cuanto a cantidad de animales en ordeñe, por lo que ahora se buscará la estabilización. “Con la infraestructura que tenemos deberíamos tener un tambo marchando al máximo de su capacidad sin resentir los procesos”. Agregó que el negocio está enfocado en una sola sala de ordeñe y que el tambo llegó a un nivel productivo con una escala que pretenden mantener. “Creo que este año llegamos al nivel productivo óptimo y al máximo que podíamos con la estructura que tenemos”.
Analizando cómo fueron estos últimos años de fuerte crisis en el sector, De León reconoció que fueron muy duros, pero aseguró que el hecho de tener los procesos controlados, determinada escala y cuidando mucho los costos les permitió sortear la crisis sin grandes consecuencias. “Estuvimos apretados financieramente y postergamos inversiones, pero pudimos seguir creciendo sin aumentar mucho el pasivo”. Agregó que el trabajo se apoya mucho en el asesoramiento técnico, por lo cual las decisiones se toman basadas en los fundamentos de quienes entienden más en cada una de las áreas.
El proceso de inserción en el tambo que dirigía su padre llevó muchos años. Cuando César de León se recibió en 2010, comenzó a trabajar en el tambo de manera más presente. Luego, a medida que fue pasando el tiempo, fueron haciendo la transición hasta que, desde hace unos años el encargado es él.
A su entender, el proceso de integración de la empresa fue exitoso porque se basó en varios pilares. En este sentido sostuvo que el traspaso se dio porque él asumió la responsabilidad de querer involucrarse en la empresa y, a su vez, su padre ya tenía ganas de ir dejando. “Se congenió una persona que quería ir dejando la actividad, con otra que quería ir asumiendo cada vez más responsabilidad y más compromiso”. Otro aspecto importante fue tratar de consensuar las ideas de uno y de otro. “Siempre hicimos las cosas con respeto mutuo y entendiendo que nada podía impedir que tuviéramos un buen relacionamiento”.
De León considera que, para asegurar un buen proceso, siempre hay que tener muy presente el sacrificio que hay detrás de la empresa. Recordó que su abuelo se instaló en 1948 con su padre donde actualmente está el tambo y comenzaron sin nada. “Fueron muchos años de mucho sacrificio de toda la familia y de todas las generaciones. Yo tuve la suerte de hacerme cargo de una empresa con cierta escala y con cierto nivel tecnológico que ha crecido en este tiempo el doble que cuando yo me incorporé”. Por eso asegura que, cuando se toman las decisiones, siempre hay que tener en cuenta que hay mucho trabajo, por lo que hay que cuidarlo y proteger el activo que es de toda la familia. Estos pilares son los que a su entender les han permitido un traspaso exitoso de la empresa de una generación a otra.
“Dar una receta de cómo hacer el recambio generacional es difícil porque cada empresa y cada familia son un mundo aparte”. De León aseguró que a veces existe falta de comunicación en la interna familiar. “No todas las familias tienen la capacidad de poder sentarse a dialogar, a consensuar un proceso hacia adelante y a visualizar las posibles situaciones que puedan llegar a pasar para ir previendo escenarios. Muchas veces vamos actuando a medida que van dándose las situaciones y no prevemos o planificamos hacia adelante. Después empiezan las presiones y termina uno haciéndose cargo sin estar convencido de querer hacerlo”.
Su padre vio el compromiso de César a la hora de asumir la responsabilidad de dirigir el establecimiento. “A veces es difícil delegar lo que a uno le costó tanto construir. Cuesta desprenderse, por lo que la clave es sentarse a dialogar y planificar las cosas, para llegar a buen puerto y no dejar que decanten solas”.
El joven productor lleva también, como su padre, el gremialismo en la sangre, entendiendo que es la principal herramienta de defensa del productor. “Lamentablemente cada vez somos menos productores y menos los gremialistas. Yo lo veo como un compromiso hacia el sector que nos ha dado la posibilidad de crecer y de formar una familia. Es devolver en cierta medida a la lechería todo lo que nos ha dado”.
A su entender, la falta de recambio en el gremialismo responde a varios factores entre los cuales remarcó que cada vez son menos los productores lecheros y aún menos los productores jóvenes. En este sentido sostuvo que sería fundamental comenzar a trabajar en algunas limitantes para que los jóvenes sigan en el rubro y se interesen más en el componente gremial. También sostuvo que hay otro factor vinculado a los estatutos de las gremiales que establecen que solo el socio titular puede participar, lo cual limita a que el que integre la gremial tenga que ser el padre y no pueda ser el hijo, en este sentido la ANPL modificó este ítem para lograr más participación de los jóvenes. A su vez, sostuvo que hay un tema de conocimiento sobre la importancia de las gremiales para captar más gente joven.
Remitente a Conaprole, de León destacó que tanto la cooperativa como Proleco, Prolesa y la propia ANPL están en un proceso de transformación donde, si bien hay aspectos para mejorar, se transita un camino con una visión pensando en algunos años hacia adelante. En el caso de Conaprole sostuvo que eso se observa en el hecho de que la cooperativa está pensando no solo en producir commodities, sino en productos con mayor valor agregado que permitan paliar los vaivenes de precios del mercado.
En el caso de Prolesa destacó que se está trabajando con un vínculo más cercano al productor, buscando aggiornarse a sus necesidades. “Tanto Prolesa como Conaprole están en este camino de estar más cerca del tambero, buscando productos que le den mayor valor agregado a la producción y automatizando los procesos para tener mayor eficiencia, lo que en definitiva se traslada a los costos”.
En el caso de Proleco, De León remarcó que ha buscado contar con líneas de financiamiento adecuadas a las necesidades específicas del sector. En este sentido destacó la herramienta del FFIEL, que es un instrumento con financiamiento a largo plazo, que se paga con la producción y que es de rápida ejecución. “Se visualizó una oportunidad y se ejecutaron acciones para lograr captarla”.
Con relación a la Asociación, sostuvo que se están buscando diferentes servicios para llegar al socio de una manera diferente, teniendo como pilar la defensa del productor. “La presencia frente a quienes toman las decisiones considero que es muy importante más allá de los servicios que se prestan. Es un rol que, como gremial nacional debe tener, por más que a veces los productores no lo visualizan”, sentenció.
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